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lunes, 23 de mayo de 2011

¿Qué comieron los cabildantes en mayo de 1810?


O cómo hacer la Revolución con el estómago vacío.

 Los protagonistas de la historia patria, especialmente de aquella que se enseñaba y creemos se sigue enseñando en escuelas y colegios, transitan por un mundo etéreo plagado de heroicidad y abnegación, sin contradicciones y cuando aparecen las miserias humanas, lo hacen concentradas en un solo personaje, presentado como contraste de los puros. Los próceres en tres palabras, no son humanos, por lo que los estudiantes bien los pueden poner en altares pero mal podrían imitarlos porque los sienten lejos de sus naturalezas. Menos aún los héroes pueden, de acuerdo a estos criterios, tener necesidades fisiológicas, comer, transpirar y practicar la sana costumbre de hacer el amor. 

Con respecto a la Semana de Mayo que en estos días se recuerda, siempre nos preguntábamos qué hicieron o hablaron entre discurso y discurso encendido y frases para la historia que la escuela nos ha contado. O qué comieron o si, no lo hicieron en tantas horas y días, esa apreciable cantidad de personas reunidas. Por suerte para este blog que se ocupa del comer, hemos encontrado publicado un documento que muestra la rendición de cuentas de los gastos ocasionados al Cabildo en oportunidad de los hechos ocurridos entre el 21 y el 27 del mes en cuestión. El documento está  fechado el 29 de mayo de 1810 y firmado por un  señor Juan José Vrin, aparentemente contador o administrador del Cabildo.
 
Facsímil de la 1a hoja de la cuenta
Por el título de la cuenta de gastos bastante largo, nos enteramos que los mismos se debieron a la “combulsión política experimentada en esta capital…para la abdicación del mando superior de estas provincias… y demás ocurrencias peligrosas que obligaron al… “Exmo Cuerpo a no separarse de su Sala Capitular.”  Es decir que los Alcaldes no se fueron del Cabildo por lo que sus necesidades debieron ser satisfechas dentro del mismo edificio.

El documento enumera todos los gastos desde los fletes, la compra de vela para los faroles, el hilo para atar los faroles, la fijación de carteles y bandos, la compra de 3 relojes y dinero en efectivo para gratificación de la tropa de guardia. De todos esos rubros interesan a este blog los dos siguientes no incluidos en la anterior enumeración.

 El cuarto rubro que dice: “Por 10 botellas de vino generoso á peso fuerte cada una, seis idem de Málaga a quatro reales, dos pesos de chocolate, y 13 libras de biscochos á quatro reales cada una que se consumieron en los días y noches del día 21 y 27 inclusive como único refrigerio que en circunstancias tan apuradas pudo proporcionarse al crecido vecindario que concurrió a las casas capitulares, personalmente en el día 22 cuio Congreso duró desde las 9 de la mañana hasta las 12 ½  de la noche del mismo. Total 21-6 1/2."

El carnicero-Bacle
 Traduzcamos las medidas apuntadas. La moneda utilizada eran los pesos fuertes, piezas de plata de 27,46 gr, equivalentes a 8 reales cada peso, que también eran piezas de plata pero de 3,43 gr. Las fracciones del total del rubro  corresponden a reales. La libra es una medida de pesaje equivalente a 460,093 gr. por lo que las 13 libras de biscochos se convierten en un poco  menos de 6 kg. Entendemos que las botellas de vino no contenían los escasos 700 cc que tienen las actuales de buenos vinos argentinos. En realidad el vino se traía en barriles y pipas, que además del recipiente contenedor eran medidas de los líquidos. En esos años en el Río de la plata la comercialización minorista de estos productos se medía en frascos que era una medida que contenía un poco más de dos litros, por lo que la 16 botellas se convierten en algo más de 32 litros. Los dos pesos de chocolate son muy difíciles de dimensionar ahora porque no sabemos si se trataba de barras de chocolate o de tazas de chocolate caliente. Nos inclinamos por esto último basados en la costumbre aún existente de tomar tazas de chocolate en esa fecha y en el 9 de julio pero, en la rendición de cuentas no se menciona el uso de tazas en la gran cantidad que hubieran sido necesarias y que seguramente el Cabildo no disponía, cómo ocurrió y  sí se incluyó, el costo del traslado de los asientos que debieron pedir prestados a las iglesias cercanas porque eran pocos los que tenía el ayuntamiento.

Corrales de Abasto-Bacle
 Si tenemos en cuenta que el número de votantes del Cabildo Abierto del día 22 fueron 224 y los que se habían retirado sin votar sumaban 20, nos da un número de 244 personas que pasaron quince horas y media dentro del Cabildo. Los días 21, 23 y 24, sólo estuvieron reunidos las autoridades capitulares más algunos allegados, es decir no más de diez personas que eran las que estaban enclaustradas sin salir del edificio. El día 25 se vuelve a producir la concurrencia del 22 y quizá algo más pero no mucho, lo que aproximadamente nos da unos 500 posibles consumidores de estos litros de vino y comestibles, lo que nos da un biscocho y media copa de vino por persona en cada uno de los días. Indudablemente, si no tuvieron otros recursos extras, deben haber pasado bastante hambre. Doble mérito para nuestros padres fundadores. Del chocolate no hemos podido hacer el cálculo por las razones anotadas.

Botica y Aguatero
El otro rubro que interesa en esta oportunidad es el noveno que dice: “Por 73 pesos seis reales satisfechos al fondero Andrés Berdéal por las comidas que dio á los SS. Capitulares y otros varios sujetos en los días 23 y 25 en que solo pudieron tomar algún alimento según consta en el documento Nº 3.”  Sin entrar en más detalle podemos inferir que en este caso comieron bien porque se gastaron tres pesos fuertes por persona, mientras que en las reuniones masivas se gastó menos de medio real por cada concurrente. No hay duda que las autoridades tenían privilegios que seguramente sus sucesores actuales no han perdido.

Vendedores de galleta, dulces y velas
 Pero ¿cuál habrá sido el contenido del “delivery” enviado por don Berdéal? Según Víctor Hugo Ducrot, en las fondas porteñas se servía fundamentalmente tocinos con huevos o carnes recocidas. En las casas era costumbre cotidiana comer puchero, que entonces se llamaba olla podrida; también carne asada y mandioca; de vez en cuando alguna gallina; maíz hecho mazamorra (los granos hervidos en leche o agua) y algo de frutas que se traían del Litoral, todo en porciones bastante grandes. También se hacía locro aunque éste tenía el sello de pertenencia de las provincias del norte. Otros renglones del menú de las fondas de Buenos Aires para ocasiones especiales, eran los huevos revueltos en salsa picante, gallina hervida con mandiocas y porotos, caldo de buey con pan untado en aceite y cebollas picadas, y dulces del Paraguay. Luego era de rigor el brandy y el café. Por supuesto que entre platos no faltaba el vino Carlón ni las galletas o biscochos acompañando las comidas.
Vendedor de duraznos

Algunos de estos platos o varios o todos, a juzgar por el valor pagado, constituyó el “catering” pedido por don Juan José Lezica, don Martín Gregorio Yáñez, alcaldes de 1º y 2º voto; el Síndico procurador, doctor don Julián de Leyva “y otros varios sujetos… en que solo pudieron tomar algún alimento…”  mientras estaban atrincherados en el Cabildo tratando de abortar el movimiento revolucionario.

La lechera
Como podemos deducir, durante el desarrollo de los sucesos de la Semana de Mayo que dieron origen a nuestra nacionalidad, algunos de  los protagonistas comieron muy bien y la mayoría prácticamente no comió, lo que podría hoy leerse como una estrategia para desalentar la permanencia en el Cabildo del grupo revolucionario que tenía una mayoría muy ajustada de 27 votos. Si hubieran votado los que se fueron, la diferencia hubiera sido algo menor.

Todo lo cual no impidió que la Patria naciera.


BIBLIOGRAFÍA
DocumentosLo que costó el Primer Gobierno Patrio – sin mención de autor – pag 235 – Revista de Ciencias Económicas - Año XLVIII – Serie IV – Nº 10 – Facultad de Ciencias Económicas – abril-mayo-junio de 1960.
Corbellini, Enrique C. – LA REVOLUCIÓN DE MAYO y sus antecedentes desde las Invasiones inglesas – T II La Revolución – Lajouane SRL Editores – Bs. As.  1950.
Ducrot, Víctor Ego – Los Sabores de la Patria – Grupo Editorial norma – Buenos Aires, 2010.
Beruti, Juan ManuelMemorias curiosas – Emecé Editores S.A. – Bs.As. 2001



lunes, 9 de mayo de 2011

Datos para construir un horno de barro (Video)

Vicente Cúneo, docente en escuelas rurales de Gualeguay, Entre Ríos, artista plástico y muy especialmente un apasionado de la vida en el campo, relata cómo su abuela le enseñó a construir hornos de barro para cocinar.